Nos encontramos en un siglo caracterizado por las redes sociales, donde la conectividad y la interacción asumen el rol central de todo quehacer. El diseño pedagógico que parte del diálogo reflexivo fomenta el desarrollo de una actitud dialógica basada en el pensamiento crítico y creativo, que es una necesidad para el contexto actual en el cual se desenvuelve toda comunidad educativa.
La reflexión es un acto que posibilita el conocimiento sobre los propios actos y pensamiento, promoviendo un mayor nivel de comprensión sobre éstos. Este proceso se puede realizar dentro de un planteamiento de autoevaluación o dinámica grupal.
Si generamos espacios grupales, escuchar al “otro” puede ayudar a uno mismo. Los espacios íntimos, requieren al inicio acompañamiento o guías, como soporte para orientar las ideas y pensamientos.
Gráfico 1. La Reflexión acción.
Todo proceso reflexivo pone en actividad el pensamiento crítico y creativo, desde el diálogo consigo mismo como con los otros. En ambos casos el ser humano descubre que “el otro” es una pieza fundamental para conocerse así mismo. Para comparar respuestas, reacciones, formas de pensar y de actuar. Para analizar las experiencias reflexionando sobre los elementos, situaciones y contexto, para descubrir los “detonadores” de aquello que uno tiene dentro de su ser. En medio de ese actuar dinámico, la creatividad y criticidad se entrelazan para encontrar respuestas y plantear soluciones.
Partiendo de que el pensamiento crítico es un proceso complejo que involucra elementos cognitivos y afectivos que se activan por lo general con una “pregunta”, para analizar y evaluar el pensamiento para mejorarlo, para conocer la realidad con verdad. Y que el pensamiento creativo es un proceso dinámico que transforma la información y plantea soluciones originales y eficaces. Reconocemos la necesidad de comprender que existe una complementariedad entre ambos pensamientos. La resolución de problemas y la generación de innovaciones requiere de la combinación de creatividad y pensamiento crítico.
Gráfico 2. La Complementariedad del pensamiento crítico y creativo.
Las habilidades y actitudes que se ponen en movimiento cuando ambos pensamientos se conectan al iniciar procesos de reflexión, se complementan y enriquecen. Las dimensiones del ser humano interactúan de manera armónica en la medida que todas se activa, por ello es conveniente que el cuerpo emplee todos sus sentidos para percibir el significado o la información, que nuestra alma y espíritu se encuentre en disposición y motivada y que nuestras habilidades actúen como un engranaje que va encajando las habilidades para construir conocimiento. El contexto tendrá un rol importante, porque puede allanar el camino u obstaculizarlo según las variables que presente. Un ambiente cálido de confianza no ofrece el mismo contexto que un espacio hostil y de temor.
El proceso de reflexión moviliza todos los elementos descritos y nos lleva a este diálogo donde el pensamiento creativo y critico nos permite un encuentro personal desde el reconocimiento “del otro”. Como docentes identificamos que nuestras “acciones” desencadenan no sólo situaciones de aprendizaje, sino emociones y sentimientos en uno mismo y en los demás. De igual manera sucede en los estudiantes. Por ello es fundamental distinguir que todo nuestro “ser” es responsable de “hacer, deshacer, provocar, construir, recrear” espacios de aprendizaje. En esta situación es significativo tener la capacidad de describir los procesos que se llevan a cabo, desde una mirada crítica para fortalecer los aprendizajes; de ahí la importancia de la reflexión acción.
El desarrollo de un enfoque crítico reflexivo en la educación, requiere de un carácter sistémico y holístico donde el conocimiento no debe ser asumido como el resultado de las partes ni la secuencia de las mismas. Por el contrario, se precisa de que todo conocimiento se relacione con varios campos de conocimiento, que se comparen hechos o situaciones análogas y se apliquen conceptos a situaciones nuevas. La metodología de aprendizaje que se programa y ejecuta (desde la mirada docente) y que se vivencia (desde la mirada del estudiante) constituye de la misma manera parte de un todo con la reflexión acción.
El escenario ideal para este enfoque es el trabajo por proyectos que favorece la interdisciplinariedad y la transdiciplinariedad, donde el aprendizaje significativo se gesta en medio del diálogo y el debate, donde se busca generar confusión o dudas para favorecer el espacio de reflexión. La relevancia del aprendizaje determina su significatividad, con ello se asume como un contenido valorado y buscado. Pero en la actualidad, nos enfrentamos con posturas que no ven la propia acción, conducta y sentimientos como “algo significativo”, asumiendo por ende que no requieren de un “tiempo”. Nos urge educar de manera integral, viendo al ser humano como un todo: un ser corporal, con alma, espíritu y cognición. Contemplar que cada dimensión es parte de la otra, que se entrelazan y son interdependientes. Todas requieren atención, ser alimentadas y fortalecidas.
A través de la reflexión sobre la práctica podemos aprender, y para ello es necesario preguntar, problematizar, no sólo situaciones o problemas externos, sino internos. Tanto los maestros como los estudiantes advierten la necesidad de ejercitarse en el aprender a preguntar, “perder los miedos” para cuestionar aspectos específicos, explorar, indagar, y en esa medida identificar lo que se está aprendiendo. La llamada “duda inteligente” nos revelará el aprendizaje que se gesta en el estudiante y en el maestro.
Asumir el aprendizaje como proceso compartido, que parte del diálogo, supone un aprender de manera indirecta. Es preciso contemplar la necesidad de aceptar que “no se conoce o se duda de algo” para empezar la búsqueda y todo lo que ello implica: frustraciones, equivocaciones, aciertos, duda. En la marcha saldrán prejuicios y concepciones falsas que serán parte del debate y motivo de la construcción activa de inferencias, que dan lugar a los aprendizajes significativos.
El enfoque reflexivo presentado no debe quedarse sólo en las aulas al nivel de los estudiantes, debe ser una práctica de comunidad entre los docentes, para aprender sobre lo vivido y compartirlo; y una práctica de toda la comunidad educativa en general para identificar logros y debilidades y trabajar en ellos como equipo.
“El desarrollo de la autonomía demanda una constante reflexión: desde el alma y desde la cognición.”
Cuando pensamos en la “autonomía” suelen venir a nuestra mente situaciones y conceptos favorables. Pocas veces nos enfrentamos con posturas donde la autonomía requiere de un “límite” o “acompañamiento”, más aún, no suele ser una realidad frente a la cual nos enfrentamos o identificamos. La tecnología y la educación virtual actual, nos llevan a reflexionar sobre los nuevos escenarios educativos, las nuevas formas de aprender y el “nuevo ser” que se está promoviendo dentro de este marco.
Hoy “estar desconectados” para muchos niños, adolescentes e incluso adultos es un “caos”, la dependencia que se ha generado es tan grande, que incluso puede generar ansiedad y mal humor. Esta realidad exige introducir en nuestro plan de formación “un equilibrio” entre lo sincrónico y lo asincrónico, reconociendo que nuestros estudiantes ya hacen uso de manera libre y espontánea de un tiempo virtual personal. El tipo de acompañamiento antes, durante y después, de las sesiones virtuales, depende de las características de la actividad, de la edad de los chicos(as) y de la realidad tecnológica familiar.
Esta realidad tecnológica familiar, la definimos como “situación familiar en la cual se hace uso de la tecnología”. Estas situaciones pueden ser diversas, los elementos que la determinan son: el tiempo, el conocimiento y habilidad sobre las TIC y los miembros de la familia.
La interrelación entre estos elementos, son los que determinan la realidad tecnológica familiar. Nos referimos a contextos donde los padres están o no presentes en casa, para acompañar el uso de la tecnología, si saben o no usar los nuevos medios, si los hermanos u otros miembros de la familia, son parte de este contexto de aprendizaje.
Gráfico 1. Realidad Tecnológica Familiar.
En cualquiera de las situaciones estamos viendo que los estudiantes están desarrollando niveles de autonomía, tanto moral como intelectual. El desarrollo de ésta se da, como parte de un proceso que se inicia en la infancia y se convierte en un desafío evolutivo. La autonomía se va manifestando en la manera cómo vamos empleando las reglas, empezamos bajo la influencia de un adulto (heteronimia) y nos movemos hacia la autonomía que responde a la obediencia de las reglas por consenso (Piaget, 2001). Recorremos un camino de constante aprendizaje, “en relación” donde la autonomía moral (lo bueno y lo malo) y la autonomía intelectual (lo verdadero y lo falso) se entrelazan. El contacto con los demás, las relaciones con las personas de nuestro entorno, afianzan o desestabilizan nuestra autonomía para relacionarnos positivamente con el entorno. Cabe preguntarnos si este contacto de relaciones, en medio de la virtualidad, ¿se está dando?,¿las escuelas lo promueven con esta finalidad?
La autonomía permite que uno sea capaz de pensar por sí mismo, con sentido crítico, considerando diversos puntos de vista tanto desde el ámbito moral como en el intelectual. Esta capacidad para establecer normas propias y regirse en base a ellas, autorregulando los aprendizajes, tomando conciencia de los propios procesos cognitivos y socio-afectivos (meta cognición) y tomando decisiones; se da en la actualidad dentro de la educación virtual, condicionada por la realidad tecnológica de cada familia.
Según Aebli (2001) existen tres pilares del aprendizaje autónomo que se dan acompañados de la proactividad y la responsabilidad:
El autoconocimiento que se desarrolla a partir de los procesos de meta cognición. Nos referimos a la capacidad de conocer el propio proceso de aprendizaje a partir de la autoobservación.
La autogestión, que implica la auto orientación, para realizar procesos de auto instrucción.
La autorregulación o auto control, que se refiere a que el estudiante reconoce la utilidad del proceso de aprendizaje. Comprende la planificación, el monitoreo y la valoración consciente de las actitudes y limitaciones con respecto a las demandas cognoscitivas de una tarea específica.
Maturana (2011) afirma que el ser humano tiene que aprender a decir sí o no desde sí mismo, no desde el temor de perder una oportunidad y quedarse atrás. Esta capacidad para decir SI o NO forma parte de la evolución de la autonomía, que requiere de un acompañamiento y guía, sobre todo al inicio, para alcanzar el nivel más alto.
Vemos con agrado que nuestros hijos(as) como parte de la educación virtual, ingresan de manera independiente a sus clases, dominan la plataforma tecnológica como herramienta, sin necesidad de ayuda. Vemos cómo se organizan para hacer tareas y estudiar, haciendo uso de diferentes aplicaciones, muchas de ellas que no conocemos o no sabemos usar.
La tecnología por sí misma, despierta en esta generación.com, habilidades relacionadas con los pilares de la autonomía. El mundo digital moviliza la proactividad de nuestros hijos(as) para resolver problemas, ellos buscan tutoriales en YouTube, navegan por toda una aplicación, investigando las cualidades que ésta tiene, aprenden a usarla con el “ensayo-error”, intuyendo de manera acertada muchas veces, las acciones a realizar. Pero todos estos procesos se están dando en la mayoría de casos en soledad, sin el acompañamiento necesario para generar la reflexión que conduce al autoconocimiento, que permitirá la realización de acciones de autogestión y autorregulación.
Por otro lado, nos encontramos con las puertas que abre la tecnología a la autonomía, que pueden confundir, disfrazar o desvirtuar la marcha adecuada de ésta; sobre todo si no se cuenta con una persona que este acompañando su evolución, durante los primeros estadios. Los caminos son diversos y las distracciones varias, la capacidad para “auto controlar” las situaciones no adecuadas desde el simple hecho de un videojuego hasta una página para adultos.
Dentro del ámbito educativo, los escenarios que propician la relación entre tecnología y autonomía son:
ESCENARIO
TECNOLOGÍA
AUTONOMÍA
Investigación
Navegar en la red.
Seleccionar y evaluar la información para tomar decisiones.
Creatividad
Crear videos, cuentos, infografías, comics, música, entre otros.
Imaginación para construir y reconstruir, tomando la iniciativa.
Comunicación
Expresar ideas, pensamientos y emociones a través de diferentes códigos (texto, imagen, sonido, movimiento).
Organizar el mensaje según el código elegido, con un propósito personal definido.
Cooperación
Trabajar en equipo virtualmente con documentos compartidos.
Pedir ayuda cuando es necesario, aceptar a los demás, libertad y seguridad para compartir ideas propias.
Fuente: blancajoo.com (2020)
No debemos confundir la autonomía con individualismo, no caer en el aislamiento ni en la autosuficiencia. El enemigo de la autonomía es la sobreprotección. Educar en una autonomía requiere de una comunicación afectiva positiva entre padres e hijos, basada en un mutuo respeto, para fomentar la aceptación de uno mismo en los hijos(as). Un termómetro de la autonomía es la capacidad crítica de la persona.